Nadie dijo que iba ser fácil, eso es cierto, pero esta primera experiencia de evaluación universitaria ha sido realmente estresante, en ocasiones frustrante y descorazonadora, demasiados años sin tener que evaluarme para conseguir un número que acredite que dominas la materia en cuestión (cosa de la que difiero un poco, ya que dentro de dos meses si probamos a realizar los mismos exámenes creo que los resultados serían diferentes, ¿sigue siendo válido evaluar la capacidad memorística?). Nadie dijo que sería fácil, compatibilizar la vida familiar y la laboral es complicado y si encima, como muchos de mis compañeros, tienes que compatibilizar la vida familiar, laboral y la universitaria desde la perspectiva del plan Bolonia ¡eso son malabarismos! pero de todo se aprende (eso espero) y seguramente el segundo cuatrimestre será igual de estresante para alguien que aún debe aprender a estudiar para este sistema, pero mi seguridad será un poquito mayor.
Una vez hablando con Fernando (uno de los curas de la parroquia de mi barrio) hablando sobre la jerarquía de la Iglesia católica y la repulsa que me generaba el me dijo - si tu madre fuese prostituta ¿tú la querrías? - yo contesté - si- entonces el me dijo - pues a mi me pasa lo mismo con la Iglesia- y porque os cuento esta historieta, porque creo que aún quedan muchas cosas que cambiar dentro de las instituciones de enseñanza de este país y cuánto más las descubre más me doy cuenta que desde dentro es desde dónde mejor se puede luchar por el cambio, porque seamos realistas aún quedan algunas cosas que mejorar y por cambiar.
Todo esto no es consecuencia de unos malos resultados en las calificaciones (al menos de momento) sino de una primera experiencia intensa y llena de altibajos.
Me quedo con cosas positivas, claro que si, mi propia superación personal, casi no me lo creo, y mis compañeras de grupo, sin duda su juventud, su ilusión, me ha inundado de pies a cabeza y en ocasiones eso me ha empujado a dar lo mejor de mi misma. De corazón gracias.
También quiero agradecer a Javier Soto su eterna paciencia y el descubrirme de un modo nada traumático la puerta hacia un mundo dónde no hay final, las tecnologías de la ciencia y la comunicación, simple y sencillamente gracias de todo corazón.
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